Agua

Las Naciones Unidas reconoce desde 2010 el derecho humano al agua y al saneamiento como un derecho humano fundamental (Resolución 64/292), de forma suficiente, saludable, aceptable, físicamente accesible y asequible para un uso personal y doméstico, además de esencial para la consecución de otros derechos humanos.

España ha demostrado, pese a sus dificultades y diferencias geográficas y climatológicas, que ha generado sistemas de gestión de agua eficientes que ha permitido alcanzar durante décadas un grado de cumplimiento elevado de los componentes incluidos en el derecho al agua. Sin embargo, existen aún problemas sin resolver, como la necesidad de alcanzar un buen estado de nuestras masas de agua o amenazas como el cambio climático, que prevé se agudicen los episodios de sequía, se incrementen las inundaciones, etc. que requiere seguir trabajando y mejorando en la gestión de nuestros recursos hídricos.

Todo ello conlleva la inversión en sistemas cada vez más avanzados, la necesidad de mantener nuestras instalaciones e infraestructuras en perfecto estado, lo que junto al principio de recuperación de costes de la Directiva Marco del Agua, puede generar el aumento de los precios del agua. Esta cuestión, es una de las preocupaciones de la Asociación de Ciencias Ambientales, que entendiendo la necesidad de ir avanzando y mejorando en nuestra gestión del agua, con las inversiones necesarias, es importante que no suponga un problema en el cumplimiento de este derecho entre las familias más vulnerables, especialmente en contextos de crisis económica, para lo cual habrá que diseñar y tener en consideración los mecanismos adicionales necesarios para hacer frente a esta situación.

Más allá de su valor como recursos para la actividad humana, el agua constituye un elemento clave de todo ecosistema, y fundamental para la vida en la Tierra. La presencia, forma y calidad del agua son factores que determinan a un nivel básico las características de un ecosistema y condiciona las formas de vida que se desarrollan en él. En efecto, los cambios en cuanto a su disponibilidad y características físico químicas suponen crisis ecosistémicas que, si no son revertidas a tiempo, pueden provocar el cambio permanente del ecosistema y la destrucción de hábitats. Por ese motivo, la observación de fenómenos como el cambio climático y la desertificación son cruciales para prever sus efectos sobre la disponibilidad de este recurso tanto a nivel ecológico como humano.

En la Asociación de Ciencias Ambientales, conscientes de la estrecha relación entre la calidad ambiental del agua y su disponibilidad como recurso esencial para el desarrollo humano, desarrolla proyectos que tiene como objeto analizar y vigilar la calidad de este recurso, su asequibilidad y su vulnerabilidad frente a los problemas ambientales globales. En este sentido, consideramos los planes hidrológicos de cuenca como instrumentos esenciales y calves para la gestión de los recursos hídricos, que deben ser documentos vivos, que no deben quedarse en un cajón, y colaboramos con los organismos de cuenca con el objeto de ayudar a su seguimiento y cumplimiento.

De igual modo, trabajamos para concienciar a la ciudadanía sobre los valores que aporta este recurso al medio, realizando actividades de voluntariado y educación ambiental en ríos, embalses, humedales y costas; como recogida y clasificación de residuos, concienciación y lucha contra especies invasoras o mejora de los hábitats de las especies que lo habitan.

En un mismo orden de importancia, trabajamos para concienciar a la ciudadanía tanto en el ahorro de este recursos, aplicando modelos y sistemas de consumo más eficientes, como  la importancia de cuidar y mantener de forma adecuada la redes de abastecimiento y saneamiento existentes, elementos clave una relación saludable entre el ser humano y el ciclo del agua.

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