El cambio climático es un hecho fuera de duda que requiere de una transición energética que avance hacia una economía descarbonizada en un escenario a medio-largo plazo con objetivos a 2020, 2030 y 2050. Esta transición parte de un modelo basado en un alto consumo de energías fósiles y elevadas emisiones de gases de efecto invernadero que, de no revertirse, situarán al planeta ante escenarios de cambio climático y de incremento de la temperatura mundial respecto a la época preindustrial, por encima de los 2ºC, con consecuencias aún más graves.
Por ello, es necesario seguir implementando políticas de mitigación que permitan luchar contra el avance del cambio, pero también es necesario trabajar en la adaptación y en aumentar la resiliencia de España (y del planeta) al cambio climático que ha llegado para quedarse con consecuencias sobre el medio ambiente, la salud de las personas y la economía mundiales.Y es precisamente desde este enfoque, multifactorial, multisectorial y transversal, desde el que se deben liderar los instrumentos políticos de lucha y adaptación al cambio climático como el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático o la Ley de Cambio Climático y TransiciónEnergética.
El cambio climático tiene además graves consecuencias en términos de pobreza e incremento de las desigualdades y, a nivel global, muestra su cara menos amable con las regiones y sectores más vulnerables y, por lo general, menos responsables del problema. Por ello, toda transición energética, medida de mitigación o de adaptación que se ponga en marcha deberá contemplar mecanismos de apoyo a la población más vulnerable con el objetivo de revertir el incremento de las desigualdades que provoca el cambio climático.
Desde nuestra organización trabajamos por desarrollar proyectos que busquen soluciones y que apoyen las estra- gias y mecanismos que permitan llevar a cabo esa transición energética justa teniendo en cuenta a todos los sectores, atendiendo de forma especial a los sectores difusos; el sector agrario, zonas de montaña, el trans- porte (movilidad), la edificación o los residuos, contribuyendo a la conservación de los ecosistemas y de la bio- diversidad. |
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Dentro de las líneas de trabajo desarrolladas por ACA, cobran especial importancia, entre otros, los proyectos e iniciativas que se han llevado en el ámbito de:
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La mejora de la eficiencia energética y la rehabilitación energética de los edificios |
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La movilidad sostenible |
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La adaptación al cambio climático en ciudades y zonas de montaña |
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El estudio de la pobreza energética |
Desde esta perspectiva integradora, de análisis multifactorial y que fomenta la participación y consideración de los diferentes actores, se trabaja desde ACA para lograr una transición energética justa. Precisamente respecto a la pobreza energética, se considera primordial que sea contemplada en la transición hacia una economía baja en carbono.
En este sentido, aunque las consecuencias del cambio climático sobre la pobreza energética en nuestro país se desconocen, dado que entran en juego factores muy diversos que pueden influir de forma positiva o negativa en los precios de la energía o en la demanda de energía de las familias, sectores como el de la edificación y en concreto la rehabilitación energética son un ejemplo de soluciones integrales por las que apuesta ACA.
Abordar un problema social como la pobreza energética desde la rehabilitación energética del parque de edificios del país permitirá luchar contra el cambio climático, aumentar la resiliencia (adaptación) al mismo, garantizar la salud y la calidad de vida de las personas y reconvertir el sector de la edificación, de vital importancia para la economía y el empleo del país, en una actividad generadora de beneficios ambientales y sociales.
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Última actualización de la página 28/03/2022
La biodiversidad es uno de los aspectos clave para la supervivencia de la humanidad en el futuro. Los hábitos de consumo y explotación de recursos, sobre todo en los países más ricos, han generado impactos sobre nuestro planeta que están alterando muchas de las funciones que nos proporciona la biodiversidad. No sólo son importantes las extinciones de especies o la pérdida de ecosistemas, vitales para el funcionamiento de la vida en el planeta. En muchos lugares, los servicios ecosistémicos que proporciona la biodiversidad están siendo alterados profundamente: ciudades con una baja calidad ambiental, incapaces de compensar las emisiones de gases contaminantes y de efecto invernadero, disminución de las poblaciones de ciertas especies, como la abeja, lo que dificulta la polinización de cultivos o contaminación de ríos y acuíferos, que limitan el suministro de agua potable en muchos territorios. Son muchos los ejemplos en los que la biodiversidad no es capaz de depurar completamente los contaminantes del aire ni de suministrar suficiente agua en buen estado. De igual forma, la producción de alimentos es cada vez más escasa, se está mermando la capacidad de nuestro planeta para suministrar gran cantidad de servicios ambientales, como venía haciendo desde siempre.
Existen numerosos compromisos a nivel internacional (firma del Convenio de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica), legislación europea y nacional (Directiva Hábitats (92/43/CEE), Ley 42/2007 de Patrimonio Natural y de la Biodiversidad), iniciativas de las administraciones locales (Red de Gobiernos Locales +Biodiversidad) o herramientas de gestión y protección de espacios protegidos (Espacios Naturales Protegidos, Espacios protegidos Red Natura 2000, Áreas protegidas por instrumentos internacionales). A ello se suma el trabajo realizado por ONGs, fundaciones y entidades de conservación, la realización de campañas de comunicación o la implicación cada vez mayor de algunas empresas en la conservación de la biodiversidad.
Sin embargo, a pesar de los grandes esfuerzos que se está realizando desde hace décadas para su conservación, son muchas las voces que indican que no se logrará frenar la pérdida de biodiversidad para 2020, tal como se establece en la Estrategia de biodiversidad de la UE para 2020, por lo que desde ACA se considera necesario lograr un mayor apoyo e implicación de la ciudadanía y actuar para reducir las principales amenazas que sufre la biodiversidad, como son el cambio climático, la pérdida de hábitats, la sobreexplotación, la contaminación o la dispersión de especies exóticas invasoras, entre otros.
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El cambio climático se está convirtiendo en el mayor reto que la humanidad debe afrontar a corto y medio plazo. Son múltiples los esfuerzos de nuestra organización por lograr una transición energética justa que ataje los efectos del cambio climático sobre la fauna y los ecosistemas. Desde ACA se considera fundamental apoyar y divulgar las investigaciones que se realizan sobre el cambio climático, sus consecuencias en la biodiversidad y sobre la salud de las personas, así como promover diferentes soluciones para su prevención, mitigación y adaptación.
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La pérdida de hábitats adecuados para la fauna y flora es cada vez más patente. La conservación de la biodiversidad basada en islas o en territorios con una elevada protección, no garantiza su conservación a largo plazo, por lo que es necesario mantener la conectividad entre estos territorios con altos niveles de protección y promover la implantación de una infraestructura verde funcional, que garantice la estabilidad global de los ecosistemas. La adecuada gestión y protección de la Red Natura2000, la promoción de una agricultura más verde o la apuesta por la naturalización de los espacios urbanos son actuaciones clave para mantener un funcionamiento adecuado de la biodiversidad.
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La contaminación y sobreexplotación de recursos son problemas cada vez mayores, que en muchos casos se retroalimentan entre sí. La proliferación de bienes de consumo de usar y tirar hace necesario aplicar los principios de economía circular y optimizar los sistemas de separación y reciclaje de residuos, para evitar que lleguen al medio natural, convirtiéndose en muchos casos en basuras marinas. Sin embargo, no debemos olvidar que la mejor opción es evitar generar residuos, por lo que la ciudadanía tiene una gran responsabilidad a la hora de elegir qué productos consume.
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En esa línea, la producción de alimentos se ha constituido como una industria de gran importancia en nuestro país, con gran capacidad de generación de empleo y riqueza. Las externalidades que generan deben ser minimizadas y avanzar en el desarrollo de una agricultura eficiente a la vez que saludable para la ciudadanía y la biodiversidad. En este proceso de intensificación, se debe dejar atrás una parte importante del sector agrario, que trabaja con manejos basados en técnicas tradicionales y que constituyen una actividad clave en la conservación de ecosistemas agrosilvopastorales, de gran extensión en España, con amplios beneficios para la biodiversidad y de gran importancia para mantener un medio rural vivo. La custodia del territorio es una herramienta que permite promover y apoyar este tipo de actividades y garantizar, en muchos casos, la conservación de los ecosistemas agrarios.
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Las especies exóticas aparecen con frecuencia en la naturaleza. Algunas de ellas son invasoras y ocasionan importantes alteraciones en la dinámica de los ecosistemas donde se implanta, pudiendo afectar a la salud de las personas, como es el caso del mosquito tigre. Desde ACA se considera fundamental apoyar a las administraciones en su responsabilidad de identificar, controlar y erradicar, si fuese necesario, este tipo de organismos, tan perjudiciales para la fauna y flora autóctonas. ACA es consciente de la importancia de la labor de la ciudadanía, que puede colaborar mediante iniciativas de ciencia ciudadana, apoyando las labores de seguimiento e identificación de las más comunes y evitando contribuir a la dispersión de estos organismos, ya sea desinfectando los materiales que utiliza en ecosistemas acuáticos, como evitando abandonar estas especies en el medio natural.
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Por otro lado, es fundamental estudiar los beneficios que aporta la biodiversidad a la sociedad, en especial, su contribución a la salud de las personas. Entre las iniciativas que buscan poner en valor la biodiversidad, se han desarrollado diversas actuaciones relacionadas con el “capital natural”, que establecen el valor económico de diversos aspectos relacionados con los servicios ecosistémicos y la biodiversidad. Iniciativas como esta pueden contribuir a divulgar la importancia de la biodiversidad en la sociedad y ayudar a empresas a incorporar la biodiversidad en los procesos de gestión empresarial.
Sin embargo estos avances deben ir acompañados de una apuesta clara y enérgica de la sociedad por la conservación de la biodiversidad, no solo a nivel individual sino desde el mundo empresarial. La implicación de la ciudadanía en la conservación de la biodiversidad puede ser clave, no sólo por su capacidad para presionar sobre las administraciones, sino por su energía para desarrollar iniciativas de voluntariado o ciencia ciudadana que pueden contribuir a cambiar el mundo. En este contexto de gran conectividad entre personas, el mundo empresarial no se puede quedar atrás y tiene la oportunidad de acompañar y potenciar ese cambio, produciendo de forma más sostenible y apoyando claramente la conservación de la biodiversidad.
Dentro de las líneas de trabajo desarrolladas por ACA en biodiversidad, destacan las iniciativas y proyectos de:
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Infraestructuras verdes y conectividad. |
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Capital natural y herramientas de conservación de la naturaleza como custodia del territorio, bancos de hábitat, pago por servicios ambientales, etc. |
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Desarrollo rural y uso racional de los recursos que nos proporciona la biodiversidad. |
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Implicación de las empresas en la conservación de la biodiversidad. |
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Fomento de la participación ciudadana en la conservación de la biodiversidad, a través de iniciativas de voluntariado, responsabilidad social corporativa, ciencia ciudadana o custodia del territorio. |
En este sentido la Asociación de Ciencias Ambientales, dedica parte de su actividad a analizar, conservar, investigar, desarrollar proyectos o promover foros de debate y participación ciudadana en torno a la biodiversidad, que permitan implementar modelos de desarrollo y convivencia que garanticen su conservación.
El término "economía circular" se utilizó por primera vez en la literatura occidental en 1980 (Pearce y Turner 1990) para describir un sistema cerrado de las interacciones entre economía y medio ambiente. En 2014, el entonces Comisario Europeo de Medio Ambiente, Janez Potocnik, durante el 3º Fórum Internacional sobre Economía – Eficiencia de los recursos, señaló que “es necesario transformar Europa en una economía eficiente en los recursos, aunque solo la eficiencia no es suficiente, también hay que asegurarse de que una vez que hemos utilizado nuestros productos, nuestros alimentos y nuestros inmuebles, seleccionamos los materiales de estos y los usamos una y otra vez. Existe una fuerte motivación económica y empresarial a favor de la economía circular y la eficiencia de los recursos. De hecho, la Comisión Europea, como órgano colegiado, ha adoptado la eficiencia de los recursos como un pilar central de su estrategia económica estructural Europa 2020”.
En esencia el concepto de economía circular implica un sistema de aprovechamiento de recursos donde los componentes biológicos y químicos usados en la fabricación de productos están pensados de manera que se integren de vuelta al ciclo económico a través de su reutilización, reparación, regeneración, reciclado o valoración. En este modelo se pretende que el valor de los productos, materiales y recursos se mantengan en el círculo económico durante el mayor tiempo posible, así pues los residuos y los subproductos obtenidos entran de nuevo en el ciclo de producción como materias primas secundarias. En ese sentido, la economía circular propone un nuevo modelo de sociedad que utiliza y optimiza los stocks y los flujos de materiales, energía y residuos para implementar una economía justa, social, colaborativa y sostenible; que además funciona de forma eficaz en todo tipo de escala.
El actual modelo económico de producción, desde su concepción lineal, contempla la fabricando y distribución de toda clase de materiales que terminan convirtiéndose en residuos, inútiles para la economía y muy costosos de tratar. Dicho modelo persigue potenciar un consumo por parte del ciudadano a corto plazo que está ocasionando unas alteraciones medioambientales evidentes; como son: el agotamiento de una serie de recursos naturales y fuentes de energía; generación de gran cantidad de materiales de deshecho, un incremento evidente de la contaminación y favoreciendo el cambio climático.
En su concepción la economía circular conlleva los siguientes aspectos positivos
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Genera un nuevo espacio para la creación de empleo y su desarrollo supone obtener una ventaja competitiva en el actual contexto económico globalizado. |
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Reduce el consumo de recursos naturales y energía incrementando su disponibilidad en el planeta. |
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Potencia el ecodiseño en los procesos de fabricación. De manera que los productos generados en los distintos procesos industriales puedan ser regenerados, reparados o reciclados después de su uso. |
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Promueve el uso compartido frente a la posesión, la reutilización de productos y materiales “inútiles” frente a su deshecho, reduciendo significativamente la generación de residuos. |
Desde la Asociación de Ciencias Ambientales (ACA) se comparte la nueva visión económica que se supone la economía circular y se está trabajando en la adaptación de los contenidos de los proyectos y acciones que lleva desarrollando la ACA a los fundamentos que sustentan la economía circular En ese sentido, durante los últimos años se ha reservado un espacio específico en las actividades desarrolladas para exponer y analizar los beneficios de la economía circular. En concreto:
- El equipo técnico de ACA ha participado en foros de debate y se han generado espacios de diálogo para tratar y analizar las posibilidades de la economía circular.
- Se han incorporado a las actividades de educación y sensibilización ambiental realizadas contenidos específicos sobre economía circular.
Las Naciones Unidas reconoce desde 2010 el derecho humano al agua y al saneamiento como un derecho humano fundamental (Resolución 64/292), de forma suficiente, saludable, aceptable, físicamente accesible y asequible para un uso personal y doméstico, además de esencial para la consecución de otros derechos humanos.
España ha demostrado, pese a sus dificultades y diferencias geográficas y climatológicas, que ha generado sistemas de gestión de agua eficientes que ha permitido alcanzar durante décadas un grado de cumplimiento elevado de los componentes incluidos en el derecho al agua. Sin embargo, existen aún problemas sin resolver, como la necesidad de alcanzar un buen estado de nuestras masas de agua o amenazas como el cambio climático, que prevé se agudicen los episodios de sequía, se incrementen las inundaciones, etc. que requiere seguir trabajando y mejorando en la gestión de nuestros recursos hídricos.
Todo ello conlleva la inversión en sistemas cada vez más avanzados, la necesidad de mantener nuestras instalaciones e infraestructuras en perfecto estado, lo que junto al principio de recuperación de costes de la Directiva Marco del Agua, puede generar el aumento de los precios del agua. Esta cuestión, es una de las preocupaciones de la Asociación de Ciencias Ambientales, que entendiendo la necesidad de ir avanzando y mejorando en nuestra gestión del agua, con las inversiones necesarias, es importante que no suponga un problema en el cumplimiento de este derecho entre las familias más vulnerables, especialmente en contextos de crisis económica, para lo cual habrá que diseñar y tener en consideración los mecanismos adicionales necesarios para hacer frente a esta situación.
Más allá de su valor como recursos para la actividad humana, el agua constituye un elemento clave de todo ecosistema, y fundamental para la vida en la Tierra. La presencia, forma y calidad del agua son factores que determinan a un nivel básico las características de un ecosistema y condiciona las formas de vida que se desarrollan en él. En efecto, los cambios en cuanto a su disponibilidad y características físico químicas suponen crisis ecosistémicas que, si no son revertidas a tiempo, pueden provocar el cambio permanente del ecosistema y la destrucción de hábitats. Por ese motivo, la observación de fenómenos como el cambio climático y la desertificación son cruciales para prever sus efectos sobre la disponibilidad de este recurso tanto a nivel ecológico como humano.
En la Asociación de Ciencias Ambientales, conscientes de la estrecha relación entre la calidad ambiental del agua y su disponibilidad como recurso esencial para el desarrollo humano, desarrolla proyectos que tiene como objeto analizar y vigilar la calidad de este recurso, su asequibilidad y su vulnerabilidad frente a los problemas ambientales globales. En este sentido, consideramos los planes hidrológicos de cuenca como instrumentos esenciales y calves para la gestión de los recursos hídricos, que deben ser documentos vivos, que no deben quedarse en un cajón, y colaboramos con los organismos de cuenca con el objeto de ayudar a su seguimiento y cumplimiento.
De igual modo, trabajamos para concienciar a la ciudadanía sobre los valores que aporta este recurso al medio, realizando actividades de voluntariado y educación ambiental en ríos, embalses, humedales y costas; como recogida y clasificación de residuos, concienciación y lucha contra especies invasoras o mejora de los hábitats de las especies que lo habitan.
En un mismo orden de importancia, trabajamos para concienciar a la ciudadanía tanto en el ahorro de este recursos, aplicando modelos y sistemas de consumo más eficientes, como la importancia de cuidar y mantener de forma adecuada la redes de abastecimiento y saneamiento existentes, elementos clave una relación saludable entre el ser humano y el ciclo del agua.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que en 2012 murieron 12,6 millones de personas por vivir o trabajar en ambientes poco saludables: casi una cuarta parte de las muertes que se producen en el mundo. Si bien la protección del medio ambiente está justificada, por una cuestión ética y de responsabilidad del ser humano con el entorno y por la necesidad de gestionar de un modo sostenible los recursos naturales de los que depende, entre otros, la economía, existe una componente adicional y primordial y es el hecho de que aspectos como la calidad del aire, el ruido, la calidad del aire interior, etc.) afectan de forma directa a la salud pública.
La Asociación de Ciencias Ambientales considera la salud y calidad ambiental como un aspecto transversal que merece ser observado en todas las áreas temáticas y proyectos que aborda para buscar soluciones a los problemas ambientales. Además, presta una especial atención sobre la relación existente entre la calidad ambiental y el bienestar social, observándose aquellos retos sociales, como la pobreza, la pobreza energética o la desigualdad, que pueden encontrar solución en la acción ambiental.
El área de Salud y Calidad Ambiental contempla múltiples y diversos temas, que deben ser abordados de forma particular, como el ruido, la contaminación del aire, los nanomateriales o la gestión de residuos peligrosos. Sin embargo, todos ellos comparten los siguientes cursos de acción por parte de ACA:
- El estudio de los efectos sobre la salud física y psíquica y de su incidencia, asociados a la pérdida de calidad ambiental y al deterioro de nuestro entorno, con el fin de generar estudios y otras herramientas que sean útiles tanto para la ciudadanía como para las entidades privadas y las administraciones públicas y los decisores políticos
- El análisis de los costes sanitarios y sociales asociados a los problemas de calidad ambiental que se generan desde diferentes sectores (edificación, energía, movilidad, agricultura, etc.), con el fin de internalizar costes que no están siendo valorados.
- La comunicación la ciudadanía acerca de la relación entre medio ambiente y salud, alertando sobre las consecuencias asociadas al deterioro de la calidad ambiental pero primando los mensajes positivos.
- La búsqueda e impulso de soluciones para afrontar los retos ambientales y sociales que afectan a la salud de las personas.
- La sensibilización de la ciudadanía para incentivar que adopte hábitos y tome decisiones más sostenibles (en su movilidad, alimentación, compra, contratación de servicios, etc.) que redunden en una mejora de la calidad ambiental y, por tanto, de su salud.