El cambio climático supone pérdidas importantes de la cubierta vegetal a través de deterioros graves por sequías y la acción de patógenos.
La sesión estuvo dividida en 3 bloques, donde intervinieron un total de 15 ponentes.
La primera mesa, orientada hacia una gestión forestal adaptada a futuros escenarios climáticos, expuso los efectos del cambio climático en las masas forestales, donde se genera cierta incertidumbre, ya que existen cambios en las zonas biogeográficas, instalándose y desapareciendo a su vez nuevos climas. La Red Española de selvicultura adaptativa al Cambio Climático trabaja en la Red SilvAdaptNet, integrada por 14 instituciones que recogen información puntual y territorial a través de grupos de trabajo temáticos y transversales, con el fin de mitigar el impacto del cambio climático en los bosques y mejorar su adaptabilidad. “Los impactos en los bosques no son una relación causa-efecto” expuso Antonio del Campo García, coordinador del proyecto y representante de la Universidad Politécnica de Valencia. Por ello, es necesaria una gestión adaptativa, diferenciando resistencia (mantenimiento de las condiciones), resiliencia (generar diferentes estructuras, siempre volviendo a las condiciones iniciales) y transición (cambiar la estructura ecológica debido a su inestabilidad).
"Es importante que exista una corresponsabilidad, participación, continuidad y compromiso de todas y todos en la gestión forestal sostenible" ha destacado Ana Belén Noriega Bravo, representante de PEFC España.
A través de la certificación forestal FSC se lleva a cabo un protocolo como herramienta integrada de gestión para la adaptación de los bosques españoles al cambio climático y convertirlos así en masas forestales resilientes. Silvia Martínez, representante de FSC España, expuso los ejemplos de diferentes montes piloto certificados como el Monte PN Fregas de Eume (Coruña) o el Monte Santa Olalla de Cala (Huelva). Para ello se debe establecer unos indicadores de peligros, impactos, vulnerabilidad y adaptación que deben ser motorizados con un periodo mínimo de 10-15 años, adaptándolas según respondan. Estos pueden dividirse en indicadores troncales (básicos para evaluar efectos), complementarios (más complicados de medir) y candidatos (más complejos y caros, por lo que no se pueden exigir).
Se lleva haciendo un seguimiento fitosanitario anual desde 1986 para la valoración del estado general de la vegetación. “Tenemos muchos problemas en varios sitios diferentes”, resaltó Iván Reina Belinchon, de Árbol Técnicos SL. Tras el seguimiento de masas forestales en espacios protegidos, se ha comprobado que falta selvicultura de especies antiguas, resistencia de agentes nocivos, aumentan las sequias, las estaciones deficientes, el arbolado sensible y los patógenos oportunistas. Estas circunstancias conllevan a un decaimiento o mortalidad anticipada y una pérdida parcial o grave de la cubierta forestal. Algunas medidas son el saneamiento de masas dañadas, naturalización y diversificación de repoblaciones, reforestación de especies más tolerantes a la sequía y monitoreo o lucha AANN.
La segunda mesa mostraba la gestión forestal como una herramienta de mitigación del cambio climático. A nivel nacional se está haciendo uso de metodologías y fuentes de información para la estimación de stocks de carbono y variación de este en sumideros forestales. El sector LULUCF mide la biomasa viva, biomasa muerta y litter, carbono orgánico en el suelo y carbono almacenado en los usos de la madera durante su aprovechamiento, para diferentes depósitos de carbono. De esta forma si el stock de carbono disminuye se considera como una emisión y, en el caso inverso, si aumenta se considera una absorción, que contribuye a mitigar los impactos del cambio climático. “Las absorciones pueden llegar a compensar las emisiones” destaca Ana Isabel González Abadías, representante del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.
En relación con el presente y futuro del registro de huella de carbono, en los últimos 6 años se ha observado cómo ha aumentado el número de huellas de carbono, lo que demuestra que la demanda e interés de las organizaciones es creciente. Las empresas que quieran establecer medidas de compensación deben realizar huellas de carbono para conocer sus emisiones y así poder establecer planes de reducción de las mismas, además de llevar a cabo proyectos de absorción de emisiones. La ley 8/2018 y el impulso de proyectos de absorción de carbono en Andalucía, se elabora debido a la necesidad de normalizar los mecanismos de actuación, dando lugar al Plan Andaluz de Acción por el Clima (PAAC) y al Sistema Andaluz de Compensación de Emisiones (SACE). Pese a ello, el actual sistema de registro de compensación de emisiones está expuesto a un profundo análisis que conlleva la elaboración de propuestas de mejora como establecer un sello de emisiones en proceso de absorción, ya que no se garantiza que una entidad se comprometa durante el periodo de permanencia escogido, esto a su vez, genera una necesidad de mejora en la gestión y la permanencia, así como en la siembra, ya que una semilla es contabilizada como si ya fuera un árbol.
La última mesa supuso un panel de proyectos sobre compensación de la huella de carbono. Entre ellos proyectos de compensación a través de la certificación forestal PEFC, a través del Programa Cuidamos los Bosques; El Proyecto Life Soria Fores Adapt, con inicio en 2020 y una duración de 4 años; El Proyecto +CO(MPENSA)2 es un reto de Cruz Roja para alcanzar la sostenibilidad y lucha contra la pobreza energética a través de reforestaciones, con objeto de ser sostenibles en el tiempo, eficientes y rentables; El Proyecto Bosque Endesa surge en 2015 y consiste en la restauración forestal de bosques degradados o quemados en el ámbito nacional a través de técnicas de plantación y siembra de especies autóctonas. Se está llevando a cabo en Doñana, La Atalaya, Teruel y Pirineos. Supone unas mejoras en la mitigación y adaptación al cambio climático, a la biodiversidad, los servicios ecosistémicos, economía local y social a través de la creación de empleo con puestos de trabajo para personas con riesgo de exclusión social;
Se pueden destacar como factores que determinan la captura de carbono en el suelo y en la biomasa en bosques a la edad del bosque y la diversidad estructural, siendo el tiempo el factor más determinante en el suelo. “La mayor parte del carbono reside en la biomasa, más que en el suelo y conforme nos acercamos a los polos sucede a la inversa” añadió Héctor Hernández Alonso, Universidad de Valencia; El Proyecto Life Forest CO2 trata de un estudio del sumidero de carbono en el sector LULUCF a nivel local en masas gestionadas de Pinus halepensis y Pinus pinaster, desarrollado en la Península Ibérica y Francia, es fruto del grupo de trabajo entre entidades públicas, universidades y empresas; El Proyecto Life Resilient-Forest es una herramienta de soporte a la decisión que optimiza la gestión forestal, considerando la selvicultura basada en procesos la única forma de cuantificar la línea base para cualquier servicio ecosistémico; Por último, el Mapa de España Peninsular del secuestro del carbono orgánico del suelo (SOCseq) para identificar de manera armonizada y estandarizada entre países qué regiones, ambientes y sistemas productivos presentan un mayor potencial en las reservas de carbono y así establecer prioridades para la implantación de políticas públicas y privadas a nivel nacional y global.
Para concluir, España es el tercer país con la tasa de crecimiento de masa forestal más grande de Europa, lo que hace necesaria su gestión. El carbono fijado y el efecto sumidero de la selvicultura demuestran que esta gestión tiene importancia en la mitigación y que según el tipo de gestión se puede tener una mayor absorción, pero la mayoría de los bosques nacionales están en ámbito privado, lo que supone un problema y hacen de las inversiones un factor necesario.
Carmen Lucía Arévalo Zamorano [www.linkedin.com/in/carmen-lucia-arevalo-zamorano-13ba24199]
03/06/2021