El reto consiste en atender la emergencia climática de forma compatible con la conservación de la biodiversidad.
Desde el principio de la sesión técnica se puso de manifiesto que las energías renovables (eólica y fotovoltaica) llevan implícitos importantes impactos en la biodiversidad, tales como un aumento de la mortandad de aves y quirópteros, ruidos, efecto barrera para la fauna, obras de importante envergadura para el acceso y el montaje de las instalaciones, ocupación de grandes extensiones de terreno, impacto paisajístico, etcétera.
Ante esto lo que se tiene que hacer, según apuntó D. Eugenio Jesús Dominguez Collado, responsable de la Subdirección General de Evaluación Ambiental del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITERD), es realizar una Evaluación de Impacto Ambiental (EIA) de gran calidad, en la que tengan un peso importante tanto la participación pública como el planteamiento de alternativas.
Las energías renovables, con sus bien conocidas bondades, no están exentas de generar un impacto importante en la biodiversidad. Es preciso tener una visión realista para minimizar al máximo los posibles efectos adversos.