Actualmente, la producción agrícola y generación de energía fotovoltaica se consideran actividades antagónicas. El objetivo de la agrovoltáica es combinar estas dos actividades en el territorio, de manera que convivan ventajosamente para ambas partes.
Según datos de 2022, la superficie agrícola y ganadera supone un 46% del territorio español, lo que asciende a 16,7 millones de hectáreas. En cuanto a la fotovoltaica, se prevé un aumento y aceleración durante los próximos años. El uso incorrecto del término agrovoltaica lleva a ciertos grupos de interés a percibirla como una forma de ofrecer la misma fotovoltaica convencional con la que no están de acuerdo.
Para conseguir que esto sea posible es necesario centrar el foco en dos aspectos:
- Establecer una clara definición y legislación de la actividad agrivoltaica en el contexto español para diferenciarla de actividades y proyectos fotovoltaicos.
- Investigar y experimentar con la tecnología en el territorio nacional para compatibilizar el uso de ambas actividades, de manera que sean simultáneas y sinérgicas.
Se considera que la PAC (Política Agraria Común) puede ser una herramienta muy importante para conciliar estas dos actividades, manteniéndose la producción agrícola como principal. El MAPA (Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación) y el IDAE (Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía) han trabajado mano a mano para establecer un programa de incentivos económicos para este tipo de proyectos. Estas ayudas se conceden tras una revisión evaluando criterios económicos, el grado de madurez de la propuesta y las externalidades positivas. Además, para evitar que proyectos exclusivamente fotovoltaicos se camuflen como agrovoltáicos, se realizará un seguimiento durante el tiempo que dure la ayuda.
Estos retos surgen por la falta de legislación europea y española al respecto. Actualmente solo existen indicaciones para los estados miembros, por lo que en España cada comunidad autónoma establece sus propios criterios y normativas, siendo dispares a lo largo del territorio.
Otras barreras para avanzar incluyen la saturación de la red eléctrica y dificultad de acceso y conexión para vertidos de excedentes que podrían suponer un aumento en la renta del productor.
Juan Sagarna García, representante de Cooperativas Agroalimentarias de España, apoya y secunda la necesidad existente de investigación y desarrollo tecnológico. Propone medir la producción agrícola en términos de rendimiento, no superficie destinada a esta actividad, ya que depende del tipo de cultivo, los datos son mucho más fiables y ayudarían a mejorar la eficiencia de estos sistemas de explotación combinados. Adicionalmente recalca la importancia de que los agricultores o empresas agrícolas sean los promotores y beneficiarios últimos de estos proyectos y ayudas.
Algunos científicos e investigadores del sector tanto público como privado han compartido sus proyectos y resultados sobre esta tecnología:
- Plataforma digital www.agrivoltea.org, que exponen sistemas de explotación existentes en España, invitan a la asociación y al intercambio de información e ideas entre expertos o partes interesadas en estos proyectos (Rafael López Luque, catedrático de física aplicada en la Universidad de Córdoba).
- Estudios agrovoltáicos en paneles en vertical (Miguel Ángel Muñoz García profesor titular de la Universidad Politécnica de Madrid).
- Comparación de paneles reparados y reutilizados con paneles nuevos y sus efectos en la actividad agrícola (Mª Beatriz Nieto Morone, investigadora en la Unidad de Energía Solar Fotovoltaica del CIEMAT).
- Estudio de agrovoltaica en distintos tipos de cultivos y pequeños invernaderos para el tomate y el pimiento (Mª Pilar Flores Fernández-Villamil, IMDIA).
- Experiencias agrovoltaicas con viñedos en la Ribera del Duero (Imanol Olaskoaga Fernández, CEO de Powerfultree).
Dependiendo del tipo de instalación, se obtienen distintos beneficios o en mayor medida para facilitar las labores agrícolas como reducción de la temperatura estival hasta 1ºC; sombreo para productores, animales y cultivos; protección frente a heladas; retrasar la cosecha de la vid; reducir la evapotranspiración; autosuficiencia energética para el regadío; e incluso refugios para la biodiversidad como algunos polinizadores, entre muchas otras. Asimismo, se provee de instrumentos y sensores a los productores para mejorar la eficiencia energética y correcto funcionamiento de las instalaciones junto con la formación necesaria para operarlos e interpretar la información que proporcionan.
Según los expertos, es cuestión de tiempo que se acabe imponiendo el modelo de explotación agrovoltáico. Por este motivo urgen a las administraciones a apoyar el desarrollo de la tecnología para no depender de otros estados miembros a la hora de producirla y encabezar esta transición energética junto con los países vecinos franceses e italianos en el contexto europeo.
Por: Ana Anaya
03/12/2024
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Esta investigación ha sido financiada por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico pero no expresa la opinión del mismo. |